sábado, 19 de septiembre de 2009

La tierra que se movió

sábado, 19 de septiembre de 2009
Fue el 19 de septiembre de 1985 cuando cambió la vida de los defeños, a las 7:19 am la tierra se movió con tal intensidad que se creyó que era el fin del mundo. Los expertos dicen que fue de casi 8 grados en la escala de Ritcher y que duró 2 minutos. Minutos que se hicieron eternos.
centro de la ciudad fue la zona más afectada, le siguieron la Roma, la Juárez, la Morelos, Tepito; sobre la avenida Tlalpan se cayeron edificios que eran talleres clandestinos de costureras, sus patrones se encargaron de sacar las máquinas y los rollos de teal, pero no a sus empleadas. La Unidad Habitacional Tlaltelolco, considerada símbolo de la modernidad de la ciudad, se dañó considerablemente mientras se derrumbaba el edificio Nuevo León, así terminó la epoca de la moderindad posrevolucionaria.
La mala calidad de la mano de obra y de los materiales de construcción se vieron reflejados en los edificios modernos de la colonia Juárez y Roma; resistieron segundos antes de venirse abajo, no dieron tiempo a que la gente saliera.

Los hoteles Regis y Del Carlo, de gran tradición en la vida noctura de México se derrumbarron, pero el primero fue tragado por el fuego. Muchas vecindades de la Morelos, de Tepito y colonias donde se encuentra la cultura más popular de la ciudad, sufrieron derrumbes, pero no tuvieron ayuda inmediata como en otros lados, la ayuda empezó entre los vecinos.
La modernidad... empezó con un sueño y terminó en una pesadilla, el Hospital General y el Centro Médico quedaron hechos una mole de concreto y variilas, enterrando a enfermos, madres con sus bebés recién nacidos, bebés que estaban en sus cunas, doctores, enfermeras,  familiares y demás personal.
Los rescatistas no llegaron del gobierno, el buen papá gobierno que siempre reprimió y nunca cuidó; fueron vecinos, amigos, familiares, compañeros quienes tomaron el papel de rescatistas,  si algo bueno dejó el terremoto fue la compasión y la solidaridad entre los ciudadanos, cosa rara en una metrópoli tan grande como el DF. ¿Otra cosa buena? la fortaleza de quien lo perdió todo y aun así ayudó, la fortaleza de resistir entre los escombros y el miedo antes de ser rescatado, la fortaleza de meterse en un edificio derruido para rescatar a un sobreviviente o a un cadáver.
El estadio del Seguro Social se covirtió en una gigantesca morgue porque ya no había lugar en los hospitales y delegaciones; afuera los deudos hacían filas para buscar a su ser querido entre filas y miembros de cuerpos cubiertos con hielo para retrasar la descomposición. Qué espectáculo más triste fue ese.
Fueron días difíciles, inolvidables para quienes los recordamos. En mi experiencia personal recuerdo el edificio Nuevo León y el Hospital General en la noche, iluminados por enormes lámparas como si se tratara de un espectáculo tenebroso; recuerdo la fila de muertos cubiertos con sábanas sobre la banqueta, y recuerdo la tristeza de mi tío Oscar cuando regresaba a casa luego de ayudar a buscar a sobrevivientes de entre los escombros.  Cada quien tiene en la memoria lo que marca la existenca como individuo, y ese terremoto me marcó porque me hizo querer a esta ciudad, aunque en estos momentos tal sentimiento se desvanece poco a poco.



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