sábado, 26 de septiembre de 2009

José Agustín y su Rock de la cárcel

sábado, 26 de septiembre de 2009
Me encanta José Agustín, por él y José Donoso descubrí mi amor por la literatura latinoamericana.
J.A. es más conocido por su novela La tumba y por pertener al grupo de escritores de la Onda (lo cual para ellos no es un honor), pero también ha sido traductor, guionista y director de cine, es crítico de música, historiador y estudioso de la contracultura. Con los años sus novelas han madurado a la par de él.
Me gustó La tumba, pero más De perfil por su irreverencia y originalidad; sin embargo la que me movió en todos los sentidos fue El rey se acerca a su templo, con ésta supe que ya no podría dejar de leer a José Agustín.

El rock de la cárcel es la biografía de José Agustín, desde su niñez en la Narvarte, pasando por sus primeras creaciones literarias, sin dejar de lado la relación con su familia, sus amigos y sus mujeres (las más importantes, su esposa Margarita y Angélica María, sí, la novia de México), así como su lucha por mantenerse fiel a sus propias convicciones dejando de lado los servilismos y las hipocresías del mundo editorial y literario. 
El último capítulo del libro trata de sus días en la cárcel de Lecumberri, aquí J.A. comparte con el lector una mirada más profunda sobre su existencia; comparte sus temores y dudas acerca de su propia vida vista lejos de la libertad, pero también reflexiona profundamente y busca entender cómo llegó a ese infierno, que no es otra cosa sino el resultado de malas decisiones en el pasado.  Escribir es mostrado como un acto de desahogo y de alejamiento para no atormentarse por en el momento vivido, lo que hace madurar al creador y a su obra.
Leer El rock de la cárcel no significa conocer solamente la vida de su autor, es dar un vistazo a una epoca muy lejana a ésta, donde su protagonista nos lleva a la década de los 60, al movimiento estudiantil visto desde lejos,  a los pasones sicodélicos, al amor libre, a la experimentación, a la búsqueda de diferentes formas de libertad, sin dejar de lado la esperanza y la madurez adquirida por las experiencias.

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